El Duque y yo no teníamos nada en común. Ni el lugar, ni las formas, ni las amistades, ni los títulos, ni el oficio, ni el nivel de vida. Con tiempo, y sin precipitación, hemos ido tejiendo vínculos mucho más sólidos que los obligados por las circunstancias o los intereses. Este libro es el retrato del amigo singular y del artista que sostiene una obra monumental. A través de sus páginas relato las andanzas y las mutuas influencias de una insólita relación entre el noble y el juglar.
La amistad que Albert Boadella mantiene desde hace años con el duque de Segorbe le lleva a reflexionar sobre dos formas de ver el mundo y de estar en él: la del aristócrata que lleva siglos de tradición a sus espaldas y la del bufón, el comediante que arrastra una tradición muy distinta: gente de la farándula, de poco fiar.
La verdadera distancia social, el protocolo, el gusto por la tradición y el conservadurismo que, contra todo pronóstico, encaja a la perfección al bufón, amante también de la belleza y de lo clásico: la arquitectura, los jardines, el arte, la música y hasta la fiesta taurina.
Una reflexión literaria y evocadora sobre un mundo de gran belleza a pesar de su anacronismo.