• LO QUE HAY QUE TRAGAR

    DUCH, GUSTAVO LOS LIBROS DEL LINCE Ref. 9788493756208
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    Cada día 3.500 cerdos viajan desde otros países de Europa a España, y ese mismo día otros 3.000 cerdos hacen el viaje inverso. Los kilómetros que recorren muchos de los alimentos que consumimos arrastran absurdos como éste, y también numerosos atropellos: en el lago Victoria, en África, las multinac...
    Ancho: 135 cm Largo: 210 cm Peso: 250 gr
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  • Descripció

    Cada día 3.500 cerdos viajan desde otros países de Europa a España, y ese mismo día otros 3.000 cerdos hacen el viaje inverso. Los kilómetros que recorren muchos de los alimentos que consumimos arrastran absurdos como éste, y también numerosos atropellos: en el lago Victoria, en África, las multinacionales extraen diariamente toneladas de percas para el consumo en Europa, mientras dos millones de personas ribereñas pasan hambre.

    La agricultura y la pesca globalizadas han generado el expolio de los bienes naturales del Sur. «Con gran audacia, gran desprendimiento», según dice Federico Mayor Zaragoza en su prólogo a este libro, Gustavo Duch defiende el Derecho a la Alimentación de los países más pobres y arremete contra la flagrante injusticia del sistema. Lo que hay que tragar cuestiona los monocultivos, la producción de agrocombustibles, la agricultura transgénica y demás tropelías que han despojado a los pequeños campesinos y pescadores de su fuente de trabajo. Gustavo Duch denuncia por su nombre los oligopolios de los alimentos: Pescanova, Calvo, Monsanto y Danone, entre muchos otros.

    «El libro de Gustavo Duch retrata la maldición y la esperanza de este mundo cuyos amos están jugando a los dados. Sus páginas, siempre decidoras, nunca pesadas, cuentan muchas historias y contienen numerosa información desconocida, en un lenguaje milagrosamente capaz de convertir el plomo en pluma. Aquí hay horror y hay humor, y amor. Porque esta denuncia implacable de los crímenes que el poder universal comete contra la naturaleza y la gente es también un entrañable homenaje a la tierra y a las manos que la trabajan.»
    EDUARDO GALEANO