«Grass escribe con furia, amor, desprecio, sentido de la comedia y de la tragedia... y todo con una conciencia implacable.»John IrvingOskar Matzerath, uno de los personajes literarios más entrañables de nuestro tiempo, es un niño que se resiste a crecer porque la sociedad pequeñoburguesa del nazismo...
«Grass escribe con furia, amor, desprecio, sentido de la comedia y de la tragedia... y todo con una conciencia implacable.» John Irving
Oskar Matzerath, uno de los personajes literarios más entrañables de nuestro tiempo, es un niño que se resiste a crecer porque la sociedad pequeñoburguesa del nazismo no le gusta. También es un malévolo enano que destroza cristales; un ser vulnerable, enamorado siempre de alguna mujer a la que idealiza; un superdotado obsesionado por el sexo; un ser de pestañas negras y bellas manos y un repulsivo jorobado; un asesino por encima de cualquier moralidad que no vacila en eliminar a quien lo molesta pero consigue crear con su tambor una música arrebatadora.
Publicada en 1959, la novela cosechó un éxito inmediato e inauguró la nueva literatura alemana. Medio siglo después, la fascinación que despierta no ha terminado. Lo que antes parecía provocador, pornográfico o blasfemo resulta casi anecdótico, pero quedan el soberbio estilo, la genialidad, la lucidez de su crítica cruel y la irrefrenable imaginación. Oskar Matzerath sigue redoblando y su redoble continúa estremeciendo.
«El secreto de Grass radica en el equilibrio precario y único que ha conseguido crear entre su anárquica fuerza imaginativa y su raciocinio artístico superior.» Hans Magnus Enzensberger
«Un autor que se ha hecho responsable de forma ejemplar de la credibilidad alemana en el mundo.» Adolf Muschg
«Grass escribe como testigo de su época. Su proyecto literario se erige contra el olvido y el silenciamiento del pasado.» Cecilia Dreymuller
«A los catorce y quince años había leído dos veces Grandes esperanzas (Dickens hizo que quisiera ser escritor), pero fue la lectura de El tambor de hojalata, a los diecinueve y los veinte, la que me mostró cómo hacerlo. Fue Günter Grass el que me enseñó que era posible ser un escritor vivo y escribir con toda la emoción y el lenguaje desbordado de Dickens.» John Irving